Hablar sobre los derechos de las niñas y los niños, reconocerlos como sujetos de garantías y actores sociales, es un concepto relativamente nuevo. Históricamente, se les ha considerado como «personas menores» que están en espera de alcanzar la vida adulta, señaló la académica Gabriela Ruíz Serrano, de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.
Sin embargo, es crucial entender que no representan solo el futuro, sino también el presente. Es nuestra responsabilidad garantizar la satisfacción de sus necesidades básicas. La niñez está influenciada por una multiplicidad de factores históricos, políticos, económicos y sociales. Subrayó que la niñez es una responsabilidad social, enfatizando la importancia de este enfoque como miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores.
En México, hay casi 40 millones de niñas, niños y adolescentes, de los cuales 20 millones viven en condiciones de pobreza. A pesar de contar con diversos instrumentos jurídicos para su protección, como la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y la Convención sobre los Derechos del Niño, estos derechos se ven comprometidos por las condiciones en las que viven.
La experta universitaria señaló que el adultocentrismo sigue siendo una forma de violencia estructural sobre ellos, ya que se subestima su capacidad, se les priva de su fuerza laboral y/o se les considera meros consumidores y objetos de consumo.
Ruíz Serrano describió cómo se ha concebido a los niños en diferentes épocas históricas. Mientras que en la visión occidental han sido considerados seres inferiores y propiedad de los adultos, en las culturas mesoamericanas, especialmente entre los mexicas, eran vistos como un regalo de los dioses, equiparados con los objetos más valiosos y como intermediarios entre los humanos y las deidades.
El cuidado de los niños era responsabilidad del clan, mientras que en el mundo capitalista se ha privatizado y se considera responsabilidad exclusiva de las familias.
Por otro lado, Janeth Rojas Contreras, profesora-investigadora del Centro de Estudios en Turismo, Medio Ambiente y Sustentabilidad de El Colegio de Tlaxcala, destacó que en estudios realizados en esa entidad se ha observado cómo los menores son incorporados a procesos productivos como parte de su preparación para la vida adulta. Desde una edad temprana, comienzan a generar ingresos y pueden convertirse en líderes de talleres textiles. Esta participación laboral también forma parte de su entrenamiento como individuos.
Aunque la mayoría trabaja pocas horas al día, aproximadamente dos o tres, su trabajo es constante y tiene un impacto en su educación, con un promedio de escolaridad de 9.8 años. Rojas Contreras también señaló la existencia de la trata de personas en México, resaltando que, aunque se reconocen 11 propósitos distintos de este flagelo, solo se enfoca en la explotación sexual, mientras que la explotación laboral es menos visible y carece de acciones para combatirla.