El lunes, un apagón de gran escala afectó a España y Portugal, dejando fuera de servicio redes de metro, líneas telefónicas, semáforos y cajeros automáticos, generando una gran incertidumbre. Red Eléctrica, distribuidora de energía en España, informó que la restauración del suministro eléctrico podría tardar entre 6 y 10 horas, aunque no especuló sobre las causas del incidente.
El Centro Nacional de Ciberseguridad de Portugal descartó que el apagón fuera consecuencia de un ciberataque, y las autoridades españolas también evitaron hacer conjeturas sobre su origen. Eduardo Prieto, jefe de operaciones de Red Eléctrica, calificó el evento como «excepcional y extraordinario». Aunque el problema parece haberse originado en la red eléctrica española, no se conocían detalles precisos sobre su causa.
El gobierno portugués convocó una reunión de emergencia, mientras que el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, visitó las instalaciones de Red Eléctrica para seguir de cerca las labores de recuperación. Con una población combinada superior a los 50 millones de personas, el impacto del apagón, aunque extenso, aún no ha sido cuantificado de manera precisa.
Poco después del incidente, el operador español informó que la electricidad comenzaba a restablecerse en el norte y sur del país. El gobierno portugués, por su parte, señaló que el apagón parecía tener su origen en problemas fuera de su territorio, específicamente en España.
La empresa portuguesa E-Redes indicó que el corte había sido consecuencia de un «problema con el sistema eléctrico europeo», lo que llevó a realizar cortes en áreas específicas para estabilizar la red.
En España, el apagón afectó a diversas regiones, incluyendo el Parlamento de Madrid y estaciones de metro en varias ciudades. El torneo de tenis Madrid Open tuvo que suspenderse debido a la falta de energía durante varios partidos en curso. Además, el tráfico se vio gravemente afectado, ya que los semáforos y señales de tráfico dejaron de funcionar.
En Portugal, la capital, Lisboa, y varias zonas del norte y sur se vieron afectadas, con el sistema de transporte público detenido y los hospitales y servicios de emergencia funcionando con generadores. Los cajeros automáticos y sistemas de pago electrónico también quedaron fuera de servicio. En la ciudad de Terrassa, cerca de Barcelona, las tiendas de generadores se agotaron rápidamente debido a la alta demanda.
Aunque no era posible hacer llamadas telefónicas, algunas aplicaciones seguían funcionando, lo que permitió a las personas mantenerse conectadas en medio de la crisis.