Cada 5 de junio se conmemora el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha que desde 1973 fue establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas para crear conciencia global sobre la importancia de cuidar nuestro planeta. Este día tiene su origen un año después de la histórica Conferencia de Estocolmo, considerada el primer gran encuentro mundial dedicado a los temas ambientales.
En Estocolmo, Suecia, más de 100 países, junto con organismos no gubernamentales y agencias de la ONU, se reunieron para reconocer que la actividad humana no solo transforma la naturaleza, sino que también puede dañarla de manera irreversible. Fue en este momento que se sentaron las bases para enfrentar los desafíos ambientales desde una perspectiva global, política y social.
Uno de los logros más relevantes de aquella conferencia fue la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), que por más de cinco décadas ha trabajado junto a gobiernos, sociedad civil, sector privado y organismos internacionales para combatir problemas como la destrucción de la capa de ozono, la protección de los océanos y el impulso de una economía sostenible y verde.
Para el año 2025, la campaña central se enfoca en un problema urgente: la contaminación por plásticos. La iniciativa #SinContaminaciónPorPlásticos hace un llamado a la acción para detener la alarmante generación de residuos plásticos, que el año pasado alcanzó más de 400 millones de toneladas, una cantidad equivalente al peso de mil 89 Torres Eiffel juntas. Sin un cambio de rumbo, para 2050 habrá en los océanos más plástico que peces.
El cambio climático, que ya no es una amenaza futura sino una realidad tangible, se manifiesta en fenómenos como sequías prolongadas, inundaciones extremas y la pérdida acelerada de especies, lo que subraya la urgencia de actuar.
Este día no solo invita a la reflexión anual, sino que recuerda que cada acción diaria, por pequeña que sea, suma para proteger el medio ambiente. La responsabilidad es compartida: mientras los gobiernos y organismos internacionales deciden políticas y medidas, se necesita una conciencia colectiva y un compromiso individual constante.
Actuar hoy no es solo una opción simbólica, sino una obligación indispensable para garantizar un futuro sostenible para las generaciones venideras.