Rusia lanzó un ataque con drones sobre la ciudad portuaria de Odesa, ubicada en el mar Negro, dejando tres personas heridas y causando grandes incendios, según informaron las autoridades el viernes. Este ataque resalta la determinación de Moscú de continuar con su campaña aérea, incluso después de haber acordado una pausa temporal en los bombardeos a la infraestructura energética.
Oleh Kiper, jefe de la región de Odesa, señaló que la ciudad experimentó «cortes de energía de emergencia locales» en tres de sus distritos, lo que indica que la infraestructura energética de la ciudad podría haber sufrido daños significativos.
En respuesta a este ataque, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, destacó que «la presión conjunta sobre Rusia, el fortalecimiento de las sanciones y el apoyo a la defensa de nuestro estado… es la clave para detener este terror y la prolongación de la guerra de Rusia».
“Esperamos una presión real sobre Rusia por parte de Estados Unidos, Europa y todos nuestros socios”, afirmó Zelenski en un comunicado en Telegram. “Solo así la diplomacia podrá tener efecto”.
Por su parte, Rusia acusó a Ucrania de atacar una instalación de gas en la región de Kursk, donde las fuerzas ucranianas realizaron una incursión, violando el acuerdo de alto el fuego. Ucrania ha negado las acusaciones.
El ataque se produjo justo antes de la llegada del presidente de la República Checa, Peter Pavel, a Odesa el viernes por la mañana, donde se reunió con las autoridades locales y con funcionarios de otras regiones del sur de Ucrania.
“Este es otro recordatorio para todo el mundo: la guerra sigue y Ucrania sigue luchando”, expresó Kiper en un comunicado.
Más de 70 personas y 20 camiones de bomberos participaron en la extinción de lo que los servicios de emergencia calificaron como “incendios masivos” provocados por el ataque.
En otro ataque, bombas rusas causaron heridas a al menos seis personas, entre ellas un niño, en la región de Zaporiyia la noche del jueves.
La Fuerza Aérea ucraniana reportó que Rusia disparó 214 drones explosivos y señuelos en la última ola de ataques, de los cuales 114 fueron interceptados y 81 bloqueados.