El ministro de Relaciones Exteriores de Siria, Asaad al-Shibani, protagonizó este viernes un hecho sin precedentes al presentarse ante el Consejo de Seguridad de la ONU, luego de izar la nueva bandera siria en la sede del organismo internacional en Nueva York. Se trata de la primera aparición pública de un alto funcionario del nuevo gobierno sirio en territorio estadounidense desde la caída del régimen de Bashar al-Assad, derrocado en diciembre tras una veloz ofensiva rebelde.
Al-Shibani forma parte del gabinete interino que ha asumido el control en Damasco y que esta semana arribó a Estados Unidos con la intención de negociar el levantamiento de las sanciones impuestas durante la era Assad. En su intervención ante el Consejo, el canciller sostuvo que su país inicia una nueva etapa y reconoció que los años de represión, guerra y éxodo dejaron profundas heridas: “Las políticas brutales de aquella época dividieron a la nación y forzaron a millones a abandonar su hogar. Hoy estoy aquí para representar a una nueva Siria”.
La imagen del ministro presenciando el reemplazo de la antigua bandera de dos estrellas por la de tres —símbolo utilizado por la oposición durante la guerra— marcó simbólicamente el cambio de rumbo. “Este emblema no es solo un estandarte, sino una declaración de renacimiento, de la promesa de un futuro que emerge de la resistencia tras años de sufrimiento”, declaró.
La comunidad internacional observó con atención este momento histórico. Algunos miembros del Consejo calificaron la presencia del nuevo gobierno como un avance, aunque subrayaron que el país aún enfrenta enormes desafíos. Geir Pedersen, enviado especial de la ONU para Siria, señaló que si bien el nuevo gabinete representa una mejora con respecto al anterior, “todavía no constituye un marco plenamente inclusivo para una transición política estable”.
Desde la oficina humanitaria de la ONU, su jefa adjunta Joyce Msuya ofreció una radiografía sombría de la situación en el país: más del 70% de la población necesita ayuda humanitaria, más de la mitad vive en inseguridad alimentaria, y cerca de siete millones permanecen desplazados. Alertó que sin servicios básicos ni oportunidades económicas, el retorno de refugiados será prácticamente imposible.
Aunque la presencia diplomática siria se ha hecho notar también en otras instituciones —varios funcionarios asistieron a encuentros en el Banco Mundial y el FMI—, el reconocimiento por parte de Estados Unidos aún no se ha materializado. La administración del presidente Donald Trump mantiene las sanciones impuestas al régimen anterior y no ha reconocido formalmente al gobierno encabezado por Ahmad al-Sharaa, el excomandante insurgente que lideró la ofensiva contra Assad.
Dorothy Shea, embajadora adjunta de EE. UU. ante la ONU, indicó que su país observa con cautela el desempeño del nuevo liderazgo sirio y espera que se tomen medidas más firmes, especialmente en el nombramiento de funcionarios calificados y representativos. Aunque se han otorgado alivios temporales a ciertas restricciones, la postura oficial estadounidense sigue siendo de reserva.
Al-Shibani, por su parte, insistió en que las sanciones actuales están frenando los esfuerzos de reconstrucción: “Cuando las empresas e instituciones quieren invertir en nuestro país, se enfrentan a barreras que pertenecen a un pasado que ya hemos dejado atrás”.
En paralelo, una visita reciente a Damasco por parte de los congresistas republicanos Marlin Stutzman (Indiana) y Cory Mills (Florida), organizada por una fundación sirio-estadounidense, incluyó reuniones con al-Sharaa y otros miembros del nuevo gobierno. Mills declaró posteriormente que la eliminación de sanciones dependerá de que Siria cumpla con ciertas condiciones, como destruir lo que queda de su arsenal químico, colaborar en la lucha antiterrorista, y ofrecer garantías a Israel.
De hecho, según Mills, al-Sharaa estaría dispuesto a considerar la normalización de relaciones con Israel “bajo condiciones adecuadas”, aunque no detalló cuáles serían esos términos.
Por lo pronto, mientras Estados Unidos se mantiene cauteloso, algunos países europeos han comenzado a suavizar su postura. Esta semana, el Reino Unido retiró sanciones contra una docena de entidades sirias, incluidos medios de comunicación estatales y dependencias gubernamentales, y la Unión Europea inició el desmantelamiento gradual de sus restricciones.