Saeed Abu Elaish ha perdido a su esposa, dos de sus hijas y más de veinte familiares en ataques aéreos israelíes durante los últimos 15 meses. Su hogar en el norte de Gaza fue reducido a escombros, y ahora, junto con los miembros de su familia que aún sobreviven, vive en una tienda improvisada sobre las ruinas de su casa.
A pesar de las pérdidas y la destrucción, Abu Elaish se niega a abandonar su tierra, especialmente después de que el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, sugiriera la reubicación forzosa de toda la población palestina de Gaza. Su propuesta busca permitir que Washington asuma el control del territorio devastado para reconstruirlo con otros fines, una declaración que organizaciones de derechos humanos han calificado como un llamado a la “limpieza étnica” y al desplazamiento forzado.
«Nos oponemos completamente y lucharemos contra cualquier intento de expulsarnos de nuestra tierra», afirmó Abu Elaish desde el campo de refugiados de Jabaliya.
Las declaraciones de Trump han causado indignación entre los palestinos. Tras el alto al fuego alcanzado el mes pasado entre Israel y Hamás, cientos de miles de habitantes de Gaza han regresado a sus hogares, incluso si estos han quedado en ruinas, con la intención de reconstruir sus vidas.
Para los palestinos, la amenaza de desplazamiento forzado evoca el recuerdo de la «Nakba» o «Catástrofe», como se conoce en árabe al éxodo masivo de 1948. Las palabras de Trump, que marcan un giro radical en la postura de Washington sobre el conflicto, coinciden con los llamados de sectores ultraderechistas en Israel que buscan expulsar a la población de Gaza hacia Egipto.
“No permitiremos que se repita el sufrimiento de nuestros antepasados”, concluyó Abu Elaish.
