El vuelo 7C2216 de Jeju Air, un Boeing 737-800, sufrió un trágico accidente el pasado domingo, dejando un saldo de 179 fallecidos y solo dos sobrevivientes. Aunque las causas aún están siendo investigadas, se considera que un impacto con un ave y el fallo del tren de aterrizaje pudieron ser factores clave en este siniestro que ha devastado a numerosas familias.
A seis minutos de su previsto aterrizaje en el aeropuerto de Muan, a 290 kilómetros al suroeste de Seúl, la torre de control emitió una alerta por la presencia de aves en la trayectoria del avión. Dos minutos después, el capitán declaró una emergencia con un “mayday”, antes de intentar un aterrizaje sin desplegar el tren de aterrizaje ni otros sistemas de frenado esenciales, como los spoilers o el empuje inverso de los motores. El avión se salió de la pista, chocó contra un muro y estalló en llamas.
Expertos han señalado que el impacto con un ave no debería haber comprometido el funcionamiento de todos los sistemas del avión, lo que abre la posibilidad de que existieran fallas en el mantenimiento o defectos en la aeronave, que había sido fabricada hace 15 años y arrendada a Jeju Air desde 2017 por la compañía irlandesa Ryanair.
La investigación podría tomar meses o incluso años, especialmente porque una de las cajas negras, la grabadora de datos de vuelo, resultó dañada, lo que dificultará la decodificación de la información.
Antes del accidente, algunos pasajeros enviaron mensajes a sus familiares mencionando problemas técnicos, aparentemente relacionados con el impacto del ave.
El accidente dejó solo dos sobrevivientes, ambos miembros de la tripulación. Un hombre de 33 años, identificado como Lee, está en cuidados intensivos en Seúl con varias fracturas, mientras que Koo, una mujer de 25 años, sufrió lesiones en la cabeza y el tobillo, aunque se encuentra estable. Ambos viajaban en la parte trasera del avión, la cual sufrió menos daños durante el impacto y la explosión.
Factores adicionales que podrían haber influido en el accidente incluyen las obras en 300 metros de la pista de Muan, que dejaron 2,500 metros disponibles para el aterrizaje, y la experiencia del capitán y copiloto, quienes acumulaban 6,823 y 1,650 horas de vuelo, respectivamente. La combinación de estos elementos sigue siendo analizada por los investigadores, quienes buscan esclarecer las circunstancias de esta tragedia aérea.